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Reserva ecológica de Filobobos

Adrenalina al extremo, paisajes compuestos por grandes cascadas, vegetación selvática y la historia de por lo menos tres culturas prehispánicas (huaxteca, nahua y totonaca) se conjugan en la reserva eco-arqueológica Filobobos, ubicada a 125 kilómetros de la ciudad de Xalapa, Veracruz; cerca del municipio de Tlapacoyan.

Asociado con la fertilidad, debido a la  diversidad de fauna y flora del lugar,  Filobobos recibe su nombre por el río Bobos, que divide la cañada, donde se encuentran los dos sitios arqueológicos -Cuajilote y Vega de la Peña-  que integran la zona, cuya extensión es de aproximadamente 10 mil 800 hectáreas.

La característica principal de las dos zonas arqueológicas que componen Filobobos es la relación que existe entre ellas y la naturaleza, pues su ubicación y edificación de templos y edificios se realizó en función de la fisiografía y el emplazamiento natural, es decir,  en relación a la distribución de los cerros, de ahí que algunas de las construcciones proyecten el entorno natural que las circundan, en especial los cerros.

Además de los cerros o el entorno orográfico, el agua también es un elemento importante en las construcciones de Filobobos, de hecho en algunos edificios el agua que baja de los ríos y forma cascadas,  se utilizó como eje divisorio, es decir, de lejos la cascada parece partir la edificación por la mitad.

La cercanía con el río Bobos proporcionó, además,  una gran variedad de alimentos a las distintas poblaciones, tanto vegetales como animales y también sirvió como ruta de transporte de mercancías.

A partir de 1992, Filobobos se convirtió en un área natural protegida por decreto del gobierno del estado de Veracruz, debido a las condiciones físicas, geográficas y orográficas de la zona, además porque dentro del área existe la evidencia de por lo menos siete sitios arqueológicos.

Zona arqueológica Cuajilote

Sin embargo, y de acuerdo con Jaime Cortés Hernández, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y coordinador del proyecto Filobobos sólo se han explorado dos sitios, El Cuajilote y Vega de la Peña, mismos que fueron abiertos al público al final de la década de los noventa.

Entre la inmensa vegetación compuesta por árboles frutales y verdes pastos se alza, en primer lugar, El Cuajilote, un sitio ceremonial, de importancia regional, asociado al culto de la fertilidad, compuesto por dos hileras de edificios que flanquean una ancha avenida de más de siete kilómetros y en cuyos extremos se encuentra de un lado un templo y del otro una explanada de Juego de Pelota.

Este centro ceremonial floreció entre el 600 y el 900 d. C., los estudios del investigador señalan que en este sitio convergieron tres culturas: huaxtecos, totonacos y nahuas, lo anterior se denota a partir de las tres etapas arquitectónicas de crecimiento que tienen los edificios.

En este lugar,  explicó el arqueólogo, se llevaron a cabo peregrinaciones y rituales relacionados con la fertilidad y prosperidad, lo anterior se deduce a partir de las  figurillas fálicas (más de 300)  que se encuentran en todas las edificaciones, incluyendo el juego de pelota, además de que al centro de la plaza destacan tres adoratorios y una estela erguida, que probablemente sirvió para indicar los movimientos de los solsticios y equinoccios.

Existe también un temazcal subterráneo donde se llevaban a cabo actos rituales  de purificación comunal. Otro de los atractivos de este sitio es una enorme escultura que representa un sapo, que tenía cualidades divinas, pues en su espalda tiene marcadas sus glándulas con una flor, asociadas con la divinidad.

Zona arqueológica Vega de la Peña

Cuatro kilómetros adelante del Cuajilote se encuentra Vega de la Peña, sitio que floreció entre el 900 al 1500 d.C. y que sirvió como centro comercial y de acopio de tributos.

En esta área, multicultural también existe evidencia de las culturas nahuas, huaxtecos y totonacos, se pueden distinguir diferentes estructuras entre ellas un juego de pelota y el Cuantepantli, por lo que se deduce que Vega de la Peña funcionó como un lugar hacendario desde el cual se distribuía el impuesto.

En uno de los edificios que lo conforman, conocido como el Dintel, se encontraron pintura mural y restos de una unidad habitacional, asimismo se hallaron centros de tipo gremial, es decir, talleres para trabajar la obsidiana y los hilados.

Otros de los edificios ubicados en esa zona es el llamado Templo de las Grecas, que es un monumento dedicado a Venus.

En  la zona Los Visitantes además de apreciar estas construcciones podrán interactuar con la naturaleza, ya que existen diversas pozas donde pueden nadar, además el río permite la realización de deportes extremos como el descenso en  rápidos o el vuelo en tirolesa.

El lugar también cuenta con una zona de hoteles y cabañas habilitados con todos los servicios o si lo prefieren pueden realizar campamentos.


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