Atractivos Turísticos de México

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Cuetzalán, Puebla

ReiletePueblo Mágico a partir 2002

El municipio de Cuetzalán del progreso se ubica en lo que era el antiguo Totonacapan; dentro del territorio que se conoce como la Sierra Norte de Puebla, el cual es esencialmente montañoso y se extiende al norte del Estado, desde su extremo septentrional hasta un límite meridional formado por los municipios de Teziutlán, Tlatlauquitepec, Zacapoaxtla, Cuetzalán del Progreso, Zautla y Tetela. La Sierra Norte se caracteriza por lluvias abundantes debido a su situación geográfica, pues recibe durante todo el año.

Sus colindancias son: al norte con el municipio de Jonotla; al sur con Tlatlauquitepec; al este, con Ayotoxco; al oeste, con Zoquiapan; al noroeste, con Tenanpulco y al sureste con Zacapoaxtla y Nauzontla.

El nombre de Cuetzalán proviene de los vocablos en nahuatl cuezali, que significa “pájaro colorado” y la preposición –tlán- o -lan- que significa lugar. En este sentido, Cuetzalan puede definirse como el “lugar donde abundan los pájaros colorados”.

Algunos autores definen a Cuetzalán como el “lugar donde abundan los quetzales”, sin embargo, es importante marcar la diferencia entre un cuezali y un quetzalli. Si bien los dos son especies de aves de plumas preciosas; el primero se trata de un pájaro de plumas rojas y el segundo, es un pájaro de plumas largas y verdes.

Cultura

Danza

La danza en la época prehispánica era una manifestación cultural que permitía cohesionar a los grupos indígenas que la realizaban porque unía en el momento de llevar al cabo el acto, la construcción del sentido del universo, de la vida, del entorno y la relación con los dioses. La danza prehispánica era una acción que expresaba en su organización, preparación y realización, la manera de entender la importancia de la naturaleza, de los animales y de la existencia humana en constante regeneración.
Por otra parte, en la Europa medieval, uno de los recursos más usuales de la Iglesia Católica para instruir a sus fieles, fue a través de métodos teatrales para poder llegar directamente al corazón y a la mente del pueblo. El teatro a su vez necesitó del canto y del baile, de la comedia y del drama, con su contenido apegado estrictamente a principios doctrinales y morales.

Durante la conquista se dio la simbiosis cultural, pues los inteligentes misioneros franciscanos usaron la lengua indígena como instrumento eficaz de penetración ideológica y a través de los “Autos Sacramentales”, famosos en España. Sin embargo, no siempre era posible realizarlos, debido a los costos, por lo que para no perder el entusiasmo de los indígenas, no sólo se permitió sino se fomentó que solamente interpretaran los cantos y danzas que se intercalaban en las obras dramáticas, surgiendo así lo que ahora conocemos de ellas. Como en cada pueblo y ciudad, hasta la más pequeña y alejada aldea, la fiesta titular era la del santo titular o patrón, pues a todos les fue impuesto alguno, muchas veces con rasgos y características muy similares a las deidades antiguas. Para la celebración se realizaban con tiempo los preparativos y como los gastos desde entonces eran muy altos, para poder sufragarlos se repartieron entre la comunidad, surgieron así las mayordomías y cargos. Una de las responsabilidades fue la de sostener la música y las danzas, aunque éstas últimas pasaron de bailadores voluntarios a individuos comprometidos por lazos sagrados, es decir, como una

 manera de solicitar favores divinos, o para agradecerlos; ahora se siguen representando y se convirtieron en un atractivo importante, se llevan al cabo en las principales fiestas del municipio. He aquí algunas de las que se pueden observar en las fiestas de Cuetzalán.

  • Danza de los Quetzales
  • Danza de los Negritos
  • Danza de los Santiagos
  • Danza de los Voladores

Gastronomía

Un atractivo más de Cuetzalan, sin duda alguna es su gastronomía, se caracteriza por su comida típica tradicional, de los que sobresalen los tlayoyos, los cuales son elaborados con una masa de arvejón cosido, hojas de aguacate y chile verde, se fríe todo en manteca, ya sazonada, se coloca un poco de esta pasta sobre una tortilla de masa cruda, se envuelve y se cuece en comal, para comerlos se fríen y se les coloca encima salsa de chile verde o seco, queso y cebolla picada. La cecina ahumada, típica del lugar, se acompaña con estos tlayoyos o con enchiladas.

Un platillo también característico son los envueltos de mole, hechos con tortilla de maíz, las cuales se enrollan y rellenan con picadillo hecho con carne deshebrada, fruta picada, pasas, almendras y jitomate, para ser después bañados en mole poblano y adornarlos con hojas de lechuga, rodajas de cebolla y rábano y espolvoreados de queso.

Cuando se conoció el cultivo de los hongos en Cuetzalán se convirtieron en una especialidad de la región: la sopa de hongos, preparada en un caldo de jitomate con cebolla, ajo, sal, y pimienta que se licua, cuela y fríe para añadir las setas y el epazote.

También un mole de olla, conocido aquí como chilpozonte, hecho con chile chipotle, chile morita, chile pasilla con carne de res o de pollo y con calabacitas, chayotes o elotes.

No obstante, sin lugar a dudas, el sabor de las acamayas de Cuetzalan cocinadas al mojo de ajo, las cuales se pescan en los ríos de la región, es único.

Dentro de las bebidas, es un hecho que la bebida por excelencia en Cuetzalán es el café. Sin embargo, en la región se elabora una bebida hecha de hierbas y aguardiente, que se conoce como yolixpan, el cual también caracteriza al municipio.

Indumentaria Indígena

Para el visitante siempre será una grata experiencia ver a los grupos indígenas ataviados con el extraordinario atuendo que caracteriza al municipio. El traje de la mujer de la región de Cuetzalán es muy atractivo y con razón uno de los más hermosos de México. La falda, un lienzo enredado hecho de manta o popelina blanca, para uso diario y de un tejido de lana muy negra, tejido con un borde rojo en uno de los extremos, éste es un claro símbolo del estatus social de la persona; se usa en días de fiesta y, en ocasiones, los días domingo; además de una faja roja de lana que mantiene el enredo en su lugar. En la parte superior las mujeres indígenas usan una camisa de labor con bordados de dibujos de pájaros, de flores y de figuras geométricas en el borde del cuello y en las pequeñas mangas. Sobre la camisa llevan un quechquemitl de gasa tejida, hasta hace poco tiempo, elaborado en telar de cintura por ellas mismas.

De igual modo la faja del diario es sencilla y su color diferencia la procedencia de quien la usa; en cambio, la que ocupan con el traje de gala (enagua negra), generalmente es roja y está adornada con pequeñas tiritas de color de estambre de algodón, con una cinta de encaje comercial en la parte media y lentejuelas de colores.

En la Sierra de Puebla ya antes de la conquista las mujeres usaban quecquemitl, éste es una pieza que recubre los hombros, hecha de dos partes rectangulares, unidas con el lado corto pegado al lado largo.

La parte más llamativa de la indumentaria es, sin duda, el maxtahual. Este tocado consiste en más o menos veinte cordones de lana enrollados en el cabello y extendidos a lo largo de la cabeza, por encima de las orejas, hasta la frente, en donde se anudan hasta terminar de tejer con doble nudo en la punta del tocado.

Complementan el atuendo los aretes hechos de metal corriente. Alrededor del cuello llevan un collar con cuentas de colores, en el que se pueden emplear de tres a veinte collares de cuentas que se fijan atrás del cuello con un listón; se usa éste con listones multicolores que caen como un abanico sobre el quechquemitl, en la espalda.

Cabe aclarar que solamente en Cuetzalán se da el nombre de huipil a la prenda que en realidad es un quechquemitl.

Una parte de la prenda femenina es el “mamal”, la tela con la que se carga a los niños. Antiguamente, el mamal fue tejido en casa con algodón blanco y café que era cultivado en el propio terreno de los indígenas, esto en la zona de Zacatipan.

Los hombres generalmente usan una camisa blanca y calzón de manta o de popelina comercial, un “cotón” que puede variar en cuanto a su clase, un sombrero de paja y huaraches.

Museo Calmahuistic

Este museo representa un orgullo para nuestra ciudad, pues en él se han logrado conjuntar los elementos más importantes que manifiestan la dignidad del carácter de los cuetzaltecos, ya sean indígenas o mestizos, que están representados tanto por sus atuendos, como también por lo que sus manos son capaces de hacer y de crear.

En el año de 1964 el Lic. Vicente Lombardo Toledano consiguió del Ing. Aarón Merino Fernández, Gobernador del Estado, la aprobación de un proyecto realizado por el Lic. Carlos Romero Giordano, mismo que contemplaba la necesidad de instalar un museo en la planta alta del Palacio Municipal. Los trabajos se realizaron en diciembre de ese año, con la participación de autoridades y de algunas familias que participaron activamente. El 20 de marzo de 1965, el museo fue entregado al pueblo de Cuetzalan, siendo Presidente Municipal, don Rafael Molina Martínez y quedando de guarda el Dr. Ismael Morante, quien tuvo la responsabilidad de velar y buscar ayuda para su reacondicionamiento y de la ampliación de una sala más, también cuidó de incrementar las colecciones; así transcurrieron varios trienios, siendo el de Don Fernando Fernández Gramatges donde hubo un gran interés por preservarlo.

En 1982 y gracias a la intervención de Doña Elvira Mora de Del Rivero, el Lic. Ignacio Ovalle Fernández, Director del Instituto Nacional Indigenista, donó al Centro de Estudios Históricos de la Sierra Norte A.C., el presupuesto con el que la Señora María Teresa Pomar y su equipo de colaboradores del Museo Nacional de Artes e Industrias Populares del INI, reinstalaron, incrementando colecciones y reuniendo nuevas piezas.

En ese tiempo, en el periodo de gobierno municipal de Adalberto Soto Velazco, se firmó un convenio tripartita entre éste, el INI representado por la Señora Pomar y el Centro de Estudios mencionado, para el mantenimiento del museo, así funcionó algunos años, hasta que ya no se contó con ayuda de dos partes involucradas, quedando sólo en manos de los integrantes del Centro de Estudios, como resultaba difícil pagar la renta, otra vez fue la familia Morante quien ofreció su casa para que el museo tuviera un lugar para instalarse. En el año 2002, el Centro de Estudios lo entregó al Profr. Jesús González Galicia quien lo ubicó en la Casa de la Cultura, donde permanece desde entonces.

Atractivos

Una de las mejores expresiones de los pueblos es su arquitectura, su morada puede reflejar la concepción de la vida y del ambiente en que se va desarrollar y también donde habrá de descansar para siempre.

El término vernáculo (la), del latín vernaculus, que significa indígena, ha sido aplicado a la arquitectura en épocas recientes. Así la arquitectura vernácula de Cuetzalán surge como síntoma de la realidad de un pueblo concreto, representa su devenir histórico, sus circunstancias culturales y la síntesis de sus orígenes e influencias.

Cuando se habla de arquitectura vernácula se refiere a casas habitación que adquieren su valor a partir del conjunto en el que las relaciones de espacio y el entorno forman un todo armonioso. Entonces podemos comprender que los elementos que conforman la arquitectura de Cuetzalán obedecen a una razón de ser, tienen un porqué; han nacido como resultado de un largo proceso de experiencias que han pasado de generación en generación y que en Cuetzalán es parte fundamental de su belleza.

Templos

Los antecedentes de la iglesia católica como Institución, independientemente de la fundación que hicieron los franciscanos en el siglo XVI, los avala el documento que expide Don Diego Romano, Obispo de Tlaxcala en 1601, cuando otorga a Cuetzalán la titularidad de cabecera parroquial, pues hasta esa fecha dependió de la de Zacapoaxtla. Desde entonces se consolidó como parroquia. 

PARROQUIA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

En 1901, don Ramón Ibarra y González era responsable de la Diócesis de Puebla; fue bajo su gobierno que se dio la autorización para construir un nuevo templo; así en 1903 José María Gutiérrez, buscó opinión profesional y así el 27 de enero de 1904 llegó el Ing. Luis G. Careaga y Ramírez, quien opinó debía demolerse, quedando de ésta la torre exenta que en el año de 1910, a propósito de los festejos del primer centenario de la independencia se comenzó a usar como torre del reloj municipal; así se dio inicio a la construcción de un nuevo templo parroquial. El 4 de octubre de 1905, en solemne ceremonia se colocó la primera piedra del nuevo templo, siendo párroco interino Don. Miguel M. Vázquez, instalándose una parroquia provisional en uno de los salones del Colegio católico “La Soledad”. Dadas las condiciones económicas los trabajos se realizaron lentamente.

Desde el año de 1927, y por un lapso de diez años, las obras fueron suspendidas, principalmente por la guerra cristera y el cierre del culto, quedando trunca la torre, misma que para 1939 fue concluida.

De 1945 a 1951 se terminan las obras anteriores haciéndoles algunas modificaciones al plano original, presentando un estilo apegado al tipo renacimiento con elementos dóricos y románicos; dichas obras estuvieron a cargo del Ingeniero Guillermo Swales.

En 1953 se le concede al párroco Don Tomás Meléndez Rivera, licencia para celebrar las misas de los domingos y de la fiesta de la Virgen de Ocotlán, así como las que los fieles solicitaran. Lo construido desde 1939 consistía en la terminación de la torre, la cúpula o media naranja, faltando en 1954 la construcción de dos paños superiores de las naves y las bóvedas.

Para 1964 siendo párroco Don Cástulo Murieta, se colocó el piso en su totalidad. Es hasta 1976 cuando se inician los trabajos que una vez concluidos dieron al templo su aspecto actual, estando dichas obras a cargo del Pbro. Don Herculano Palacios. En realidad, la austeridad tanto del interior como del exterior del templo es majestuosa, los muros de roca desnuda y su imponente torre de sesenta metros de altura, considerada como una de las más altas de la entidad, dan al conjunto un aspecto imponente, muy acorde con el entorno, el cual moldeó el espíritu de los hombres, y estos a su vez el producto de sus afanes plasmados en esta deificada obra. (Barrios, s.f.) Finalmente luce extraordinaria, la torre muy alta de remate cónico, la cúpula gallonada, dejando expuesta la piedra metamórfica que le da un aspecto sin igual. En su interior destaca su planta basilical de enorme altura. La nave central se remata en un artesonado de yeso de fino acabado. En los muros laterales se pueden ver relieves con la vida de Cristo. El presbiterio tiene un elegante ciprés rematado en capulín, donde descansa una pequeña escultura del santo patrón San Francisco de Asís”.

Todo lo mencionado, refleja afanes e intereses, pero mientras sigan en pie estos templos, en ellos se reflejará y estará tangible la obra de aquéllos que en esa difícil época forjaron y moldearon el perfil cultural de Cuetzalán.

SANTUARIO DE GUADALUPE

La construcción en la década de 1880, al igual que otros edificios públicos tiene como trasfondo la preeminencia que el grupo mestizo empezaba a ejercer sobre los indígenas, el patrón cultural empieza a tomar un sesgo distinto, esto es entendible cuando se visualiza el tipo arquitectónico que empezó a adoptarse y que con el tiempo adquirió el carácter vernáculo de este lugar.

El inicio de la fábrica del tempo se efectúa con solemne ceremonia el 12 de diciembre de 1889, cuando se bendijo el sitio y se colocó la primera piedra siendo párroco Don José María Gutiérrez, el emplazamiento del mismo y su ubicación obedecen a que unos pocos años antes se había clausurado el panteón municipal que se ubicaba en lo que hoy es el atrio parroquial, y se había abierto el actual.

Su estilo es gótico flamígero, imita a la basílica de Lourdes en Francia. A la torre se le agregaron como adorno vasijas de barro que lamentablemente han hecho deje de llamarse propiamente, para mal nombrarla “iglesia de los jarritos”.

Don Jesús Flores, vecino de esta cabecera, fue una de las personas que trabajaron mucho para dar principio, continuar y terminar la construcción del edificio material del santuario guadalupano.

Celebró la misa de consagración el padre Miguel Vázquez, ministro de la parroquia; la consagró el obispo don Francisco Melitón Vargas, el sábado 19 de enero de 1895 y dado que la comunidad no podía pagar los gastos, se nombró a Don José María Gutiérrez como capellán, no como párroco.

CAPILLA DE LA PURISIMA CONCEPCIÓN

El sitio donde actualmente se encuentra esta Capilla, mejor conocida como La Conchita, se denominaba Zacatipan y se caracterizaba por ser la salida del antiguo camino que conducía al pueblo de San Andrés Tzicuilan; a la vera de este acceso, en la década de 1880, el Señor Cura Don José María Gutiérrez empezó a construir una casa habitación, la cual posteriormente se transforma bajo sus auspicios en el colegio de la Soledad, que funcionaria hasta su muerte.

El matrimonio conformado por Don Juan N. Villa y Doña Félipa Flores, tenía su casa habitación justamente a un costado de lo que actualmente es la capilla, y esa pareja fue la que mando construirla, la autorización para su construcción data de septiembre de 1880.

Este templo debió de concluirse en un corto lapso, ya que para 1913 se otorgaron por parte de arzobispado de Puebla las licencias respectivas.

A la entrada de la capilla aún se conserva, aunque un tanto deteriorada la inscripción que dice: “Dedicado a la memoria de Don Juan N. Villa y Sra. Félipa Flores que costearon la construcción de esta capilla”.

El emplazamiento de la capilla tiene la dirección sur-norte, y fue edificada mirando su fachada a la esquina norte-oriente del antiguo colegio de la Soledad, ignorándose desafortunadamente quienes fueron los maestros albañiles que la construyeron, o bien, quien llevó a cabo la planificación. La entrada es una puerta ojival, y en su parte superior se haya una ventana del mismo tipo con dos cruces laterales realzadas, arriba de éstas y también en relieve ostenta el escudo arzobispal.

Actualmente la bóveda es de dos aguas de loza, misma que se sustituyó a la original que era de artesón de madera y cubierta de lámina. En 1960 debido a un fenómeno meteorológico, se lleva a cabo una remodelación en la capilla, donde destaca de manera notable la pintura mural que en las paredes plasmó Don Joaquín Galicia Castro quien bajo el auspicio de entusiastas lugareños llevó a cabo esta tarea; desafortunadamente en la actualidad estas obras pictóricas se encuentran en estado de deterioro, esperando la altruista labor de quienes se avoquen a lograr su restauración.