El árbol de la vida es una escultura en barro fabricada de forma artesanal principalmente en el municipio de Metepec, Estado de México. Las imágenes representadas en las esculturas se usaron originalmente durante el período colonial temprano para enseñar la historia de la creación según la Biblia.
La creación de árboles de la vida es parte de la tradición alfarera y cerámica de la región montañosa central de México. La fabricación de cerámica en esa área, que incluye figuras de barro, data de entre 1800 a 1300 a. C. La coloración de las figuras inició más tarde, después de que la influencia olmeca llegó a la zona. Alrededor del año 800 d. C. la influencia de Teotihuacan trajo consigo el aplicar un simbolismo religioso a muchos objetos de cerámica. A partir de entonces, la cerámica matlatzinca continuó desarrollándose con múltiples influencias en lo que hoy es el Estado de México, ya que se encontraba en una posición estratégica entre el Valle de México y lo que ahora son los estados de Morelos y Guerrero.
La tradición alfarera de Metepec se remonta a tiempos prehispánicos, cuando los teotihuacanos, otomíes, matlatzincas y mexicas fabricaban con barro todo tipo de cerámica para utilizarla en ceremonias religiosas y en su vida cotidiana.
Después de la conquista española, la población retomó el trabajo de la cerámica utilitaria, pero no tuvieron permitido la elaboración de las figurillas de ídolos que también eran fabricadas con el barro, en su lugar, impulsaron la creación de piezas religiosas como los ángeles y santos que adornan la fachada del templo de San Juan Bautista, que se encuentra en el centro de Metepec.
Los españoles utilizaban representaciones del árbol de la vida en pinturas, con la finalidad de explicar la nueva religión a los indígenas. Estos árboles solían tener una imagen de Dios en su su parte más alta y siete ramas que representaban los siete días que, según la Biblia, tardó en crear la Tierra, todo esto acompañado de otros pasajes bíblicos.
La fabricación de esculturas de árboles de barro con el tema bíblico del Jardín del Edén se inició en Izúcar de Matamoros, en el estado de Puebla y se extendió a otras áreas, principalmente a Metepec, Estado de México, cuyos árboles se distinguen por lo brillante de sus colores.
Los árboles de la vida han llegado a considerarse la artesanía emblemática del municipio y son parte de una tradición de escultura en barro que sólo se puede encontrar en Metepec.
El árbol de la vida más tradicional contiene una serie de imágenes importantes. En la parte superior de la escultura se coloca una imagen de Dios; debajo, las ramas del árbol tienen relación con la creación del mundo en siete días. Otras imágenes características son el sol y la luna, Adán y Eva y los animales, flores y frutos que simbolizan el paraíso. También aparece la serpiente de la historia bíblica en la parte inferior, al igual que el Arcángel Miguel que expulsó a Adán y Eva del Jardín del Edén.
En general, la escultura del árbol se ve algo así como un candelabro. Los árboles se fabrican principalmente para uso religioso y decorativo. En Izúcar de Matamoros, los árboles de la vida se usan en procesiones como la de Corpus Christi.
Los árboles están hechos de barro cocido en hornos de gas a baja temperatura. La mayoría miden entre 26 y 60 centímetros de altura y su creación puede tardar de dos semanas a tres meses. La fabricación de piezas extremadamente grandes puede tardar hasta tres años. Estos árboles varían en tamaño desde miniaturas hasta gigantescas esculturas públicas. La mayoría de los árboles son creados y vendidos por los propios artesanos que han aprendido a elaborarlos de sus padres y abuelos.
En las últimas décadas han aparecido variantes de la artesanía. Muchos árboles tienen un tema único, pero el más común es la dualidad entre la vida y la muerte y la relación del hombre con el mundo natural. Sin embargo, a menudo mantienen los elementos esenciales, como las imágenes de Adán y Eva.
Tiburcio Soteno Fernández es uno de los pocos alfareros que crea árboles con temas completamente ajenos al Jardín del Edén; muchos de ellos presentan la historia de una lugar o persona famosos y son fabricados sobre pedido. Sus trabajos han aparecido en colecciones temporales y permanentes en países como Escocia, Estados Unidos, Canadá, Italia y Francia. Sin embargo, los puristas insisten en que los árboles que no representan el Jardín del Edén no pueden considerarse verdaderos árboles de la vida.