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Zona Arqueológica de Ixtlán (Los Toriles)

Ixtlán (donde abunda la obsidiana) es la zona arqueológica nayarita más estudiada. Su zona de influencia se extendió por los actuales municipios de Ixtlán del Río, Ahuacatlán, Jala y Santa María del Oro. Sus principales poblaciones fueron Cacalután, Tepuzhuacán, Mexpan, Zoatlán, Xala, Jomulco, Tequepexpan, Camotlán, Tetitlán, Acuitapilco y Zapotán.

Es única en su género por poseer uno de los pocos edificios circulares de la llamada Área Mesoamericana. Constituye uno de los puntos nodales de la llamada “tradición de las tumbas de tiro” que se desarrolló entre el 200 a.C y el 600 d.C. En dicho sentido, posiblemente evidencia uno de los principales puntos de contacto entre las Américas del norte y del sur.

Durante los llamados periodos Epiclásico y Posclásico mesoamericanos, este asentamiento urbano es eje principal de la llamada “Ruta del Cobre” que por la vía de la costa del Pacífico, comunica al hoy llamado Suroeste Americano con las regiones del Centro y sur de Mesoamérica.

Se extiende sobre amplias terrazas acondicionadas aprovechando las pendientes del terreno, conformando al menos catorce conjuntos arquitectónicos en torno a amplias plazas rodeadas principalmente de basamentos rectangulares, para un total de 93 montículos distribuidos sobre poco más de ochenta hectáreas.

Cerca de la cabecera municipal de Ixtlán se encuentran los restos de lo que fue el centro ceremonial más importante del área: Los Toriles. En Los Toriles se encuentra una pirámide poco usual en Mesoamérica, es una construcción redonda de 24 metros de diámetro por cuatro de altura. Tiene cinco escalinatas distribuidas armónicamente en su perímetro. En el muro que remata la parte superior se encuentran unas troneras en forma de cruz. Probablemente este centro ceremonial fue dedicado a Quetzalcóatl, personaje central de la cultura tolteca.

Las tumbas de tiro son las construcciones funerarias más representativas del área, aunque aparecen otras modalidades como las tumbas de fosa o fosas de tierra donde sepultaban a sus muertos casi a flor de tierra.

La cerámica de la zona está constituida por vasos de cuerpo esférico con alto cuello de paredes verticales y con triple soporte de cascabel. Los motivos ornamentales más frecuentes son flores y mariposas estilizadas, cabezas de tigre y de venado.

Abundan las vasijas decoradas con rombos y gajos de color blanco sobre rojo. Por las características especiales de la cerámica y esculturas de esta región, se les conoce con el nombre de “estilo Ixtlán”. Las pequeñas esculturas de 30 a 40 centímetros de altura se distinguen por los adornos consistentes en aretes y perforaciones operadas en la nariz, donde colocaban uno o más aros.

De la rica cerámica Ixtlán, destacan las maquetas de excelente acabado, por medio de ellas podemos intuir las formas de vida, la organización social y la vida económica característica de estos pueblos. Hay maquetas que representan casas, grupos en alguna actividad y canchas de juego de pelota. Son, asimismo, dignas de mencionarse las esculturas que representan guerreros, identificables por llevar un casco provisto de pequeñas prolongaciones en la parte superior; el pecho se encuentra protegido por una armadura y en las manos sostiene un bastón que hace las veces de un mazo. Generalmente la parte inferior va desnuda.

Esta zona abierta observa cuatro amplias plazas con sus respectivos recintos parcialmente restaurados y formando cuatro grandes secciones denominadas A, B, C y D.

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