Con el nombre de matachines se identifica, entre los rarámuri y ódame del estado, a una danza y a un ciclo festivo católico. La danza, en su versión original, representa la conquista espiritual. En ella se pueden observar variantes en cuanto al vestuario y el acompañamiento musical.
En Chihuahua la danza de matachines se realiza por diversos motivos; entre ellos, en la consagración de una iglesia, en las ordenaciones sacerdotales, pero principalmente en el ciclo reconocido como de matachines: las cinco fiestas anuales de cada comunidad, las que responden a la fiesta patronal, al 12 de diciembre “Virgen de Guadalupe”; al 25 de diciembre “Navidad”; al 6 de enero “Epifanía”; y al 2 de febrero “Candelaria”. Para la celebración de estas fiestas, en semejanza con las de Semana Santa, son nombrados anualmente los “fiesteros”; en este caso los fiesteros proporcionan el tónari (caldo y carne animal) y tesgüino (bebida fermentada de maíz), que se reparte a todos los participantes a la fiesta, pero principalmente a los danzantes de matachines quienes gozan de buen prestigio dentro de la comunidad.
Esta manifestación dancístico-musical se ha difundido a tal grado en la actualidad entre las culturas indígenas de este estado, de manera que pueden estar presentes en otras celebraciones o ceremonias, como de yúmare, jiculi, nuteas o nutékimas, moremam, etc. con el fin de dar mayor realce a la ceremonia, y por ende a sus peticiones. La importancia de los matachines en eventos como estos puede ejemplificarse con su participación en la ceremonia de la nutea o nutékima (ayudar al muerto a subir al cielo) que se realiza dentro de un yúmare en donde participan danzando matachines; las mujeres, niños y ancianos parientes del difunto.
La fiesta de matachines inicia al caer la tarde; se encienden fogatas donde colocan las ollas con la carne; el chapeyoko convoca a los danzantes frente al templo donde forman dos filas, realizan una reverencia y el monarko indica a los músicos que empiecen a tocar; el chapeyoko se coloca a un lado del grupo desde donde vigila y hace las instalaciones, bailan por periodos de tres piezas y realizan pequeños descansos, danzan fuera y dentro de la iglesia, además durante estos periodos se realizan rezos y acompañan las procesiones, donde las tananches serán las encargadas de portar las imágenes. Este ciclo se repite constantemente al amanecer cuando concluye la fiesta, ya sea con una misa u oraciones así como con un discurso por parte del gobernador tradicional. El acompañamiento musical en su forma básica consiste en un violín, aunque existen sus variantes, esto es, pueden acompañarse por un violín o un tambor, o un violin o una guitarra sexta y cuando la fiesta es muy en grande y participan varios grupos de matachines llegan a juntarse alrededor de 6 a 15 violines y violas, creando una atmósfera conmovedora.
Fuente: https://www.cdi.gob.mx/participacion/musin_chihuahua/chihuahua.html