San Juan del Río se le denomina por haberse fundado la ciudad el día 24 de junio, en la fiesta de San Juan Bautista; se le agrega el sustantivo Río, por el río que baña las orillas de la ciudad. "...entraron a lo que ahora es el centro de la población el día 24 de junio de 1531, y ese mismo día se dijo misa, acto seguido se levantó el Fiscal Mayor y dijo que era Día de San Juan Bautista, y que en el paraje donde estaban, había unos ojos de agua, así que por lo tanto debía de ser allí fundado el pueblo, y que debería llamarse el pueblo de San Juan del Río, por el caudaloso río que pasaba a sus orillas...". (Fragmento de la relataría de la fundación de la ciudad.)
En lo que ahora ocupa la superficie municipal de San Juan del Río, en la orilla del río que lleva el mismo nombre, se han encontrado vestigios de la antigua cultura otomí con ascendencia de "Chupícuaro", legados que indican que la zona fue habitada hacia el año 400 a.C. Los antiguos pobladores eran recolectores sedentarios; portadores de una cultura y forma de vida compleja. Se considera como una de las organizaciones sociales más antiguas del altiplano mexicano. La cultura otomí aportó avances muy importantes, sobre todo en el cultivo del maíz, fríjol, calabaza y maguey. Los otomíes, después de tener grandes avances en la agricultura, se agruparon en la región en torno al cerro Techimacit (hoy Barrio de la cruz); en la cañada que forma el lecho del río; construyeron sus casas formando el poblado que llamaron Ixtacchichicmecapan, que significa tierra de chichimecas blancos, y cuyo cacique era Mexici quien posteriormente recibió el nombre cristiano de Juan. A diez años de comenzada la labor expansionista, económica y religiosa de la Corona Española y según la "Relación de Querétaro", San Juan del Río inició su población por un indio otomí proveniente de Jilotepec. Una vez que el indio fue bautizado recibió el nombre de Juan, y tomó como sobrenombre "Mexici", sinónimo de mexicano. La escasa historiografía que da cuenta sobre la conquista espiritual de San Juan del Río, no la consigna como una etapa violenta, por el contrario, parece ser que no se recurrió a la fuerza de la espada. A pesar de que su fundación fue menos sonada que otros centros del Bajío, por ejemplo Acámbaro, Celaya o el mismo Querétaro, y de que su masa poblacional no ha sido tan relevante como la de Querétaro, San Juan del Río desde el Virreinato, ha sabido mantener el equilibrio en su desarrollo; y como consecuencia de las intensivas labores agropecuarias y de transformación, ha mantenido un importante nivel de participación del actual hoy Estado de Querétaro. Se dice que San Juan del Río se fundó como "Villa de indios" el 24 de junio de 1531, marcando junto con Santiago de Querétaro, una frontera de salvaguarda durante la confrontación entre los grupos chichimecas llamados bárbaros y el expansionismo virreinal; tiempo más adelante, ambas ciudades fueron el punto intermedio entre fundos mineros de Zacatecas y San Luis Potosí con la Ciudad de México. Durante todo el Virreinato y hasta mediados del presente siglo, la jurisdicción de San Juan del Río se compuso de tres partidos o feligresías: el Pueblo de San Juan del Río, la de Santa María de la Asunción de Tequisquiapan, y el de Santa María de los Montes de Amealco.
Una vez fundada la villa y dada por conquistada pacíficamente, se comenzó la labor organizativa y de edificación; se erigió la primera capilla del pueblo construida por los religiosos franciscanos y se realizó el trazado de las calles principales "sobre una área de 2 500 varas cuadradas de buena tierra y suave pendiente". El Pueblo de San Juan del Río, cabecera de su Feligresía y de la Jurisdicción, está fundado en una ladera que mira al norte y poniente que remata en un valle quebrado insensiblemente, que está cercado por todas partes de cerros y lomas. Resuelta la traza urbana primaria y levantada la primera iglesia, comenzaron a organizarse los poderes civil y religioso. En lo religioso, San Juan del Río quedó sujeto a la doctrina de Jilotepec; y en lo civil, quedó integrado a la Alcaldía Mayor de Querétaro, integración que históricamente le ha impreso su desarrollo. La labor constructiva durante el siglo XVI, se restringió al ámbito de la organización de la villa y a resolver ciertos problemas inmediatos. Uno de los primeros elementos urbanos de uso comunitario fue la construcción del puente sobre el río San Juan, que durante la época de lluvias prácticamente dejaba incomunicada a la población. Este asunto afectaba tanto a la población sanjuanense como a los intereses del gobierno virreinal, principalmente por ser lugar de tránsito y descanso de los constantes viajeros con cargamentos de plata, que venían del norte con rumbo a la Ciudad de México. El puente que alivió el problema es atribuido a fray Sebastián de Aparicio y se construyó en el año de 1561 (hoy avenida Benito Juárez, frente al panteón municipal). Dado que el tránsito por el puente además de ser pesado era constante, en 1621 tuvo que ser reconstruido. A principios del siglo XVIII, a instancias del gobierno virreinal se volvió a reconstruir, teniendo como resultado un puente mucho más sólido y vistoso que los dos anteriores: construido sobre cinco arcos y placas de cantera que a la fecha se mantienen vigentes. Este puente se concluyó el 23 de enero de 1722 gobernando el Excelentísimo Sr. Duque de Linares. Además de este relevante elemento urbano, empezaron a ganar terreno las iglesias, templos y conventos con su respectiva influencia ideológica. El antiguo casco urbano de San Juan del Río es similar al de Querétaro, en el cual quedaron incluidos dos tipos de trazado, la traza irregular que se supone fue la zona indígena antigua en donde se edificó el templo para indígenas del Calvario (llamado así por la sinuosidad y pendiente del terreno en donde se encuentra enclavado). El otro trazado de calles coincide con la práctica española de ese entonces "a cordel", cuyo elemento urbano y de unión era el templo para españoles de San Juan Bautista. A ambos edificios se les anexaron camposantos, del primero todavía se conserva el nombre original de Santa Veracruz. Con la economía sostenida y el volumen poblacional ascendente, San Juan del Río fue tomando forma urbana, economía y población, permitiendo continuar con las actividades de edificación de tipo religioso. Los años medios del siglo XVII fueron testigos de esta intensa actividad. Uno de los primeros edificios fundados, fue el del Convento de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, mismo que sirvió para atender a los misioneros Dominicos.
Diez años después, en 1670 se formalizó la primera escuela de letras para niñas, recibiendo el nombre de "Beaterio de Nuestra Señora de los Dolores", fundado por las Hermanas Terceras de la Orden de San Francisco, mismo que en el año de 1683 fue reorganizado por el venerable Fray Antonio Margil de Jesús, de quien se cuenta una interesante leyenda. En 1672, se fundó el Hospital y Convento de San Juan de Dios, para la atención de los enfermos que había en la ciudad y los visitantes que se detenían a su paso, hoy este edificio es ocupado dignamente por la Universidad Autónoma de Querétaro. La leyenda de "Jesusito de la Portería", surge con la imagen que se encuentra que en la pared de la Portería del convento de San Juan de Dios; está la imagen de un Cristo, pintado al carbón por el Sr. Evaristo Olvera. Se dice que en varias ocasiones se trató de borrar la imagen, hecho que nunca tuvo éxito a pesar de que el material con el que fue realizado obviamente es poco permanente. Prácticamente al cerrar el siglo, en 1693 se inició la construcción de una nueva Iglesia Parroquial, misma que fue consagrada el 25 de julio de 1729 y dedicada al santo patrón de la ciudad, san Juan Bautista. Los antecedentes de la Iglesia datan de un memorial de 1689. En la actualidad tiene como patrona a la Virgen María bajo la advocación de Guadalupe, con una imagen fechada el 12 de octubre de 1767 de autoría anónima. La Iglesia es un ejemplo clásico de la arquitectura religiosa de principios del siglo XVIII: naves amplias, de construcción sólida y de aspecto sobrio, en su interior guarda celosamente obras de arte, entre ellas una bella imagen de cristo crucificado, obra del artista sanjuanense Mariano Perrusquía. Además del mismo autor se encuentra una imagen sumamente hermosa de la inmaculada concepción. Por esas mismas fechas se concluyó la construcción del templo y convento de Santo Domingo; el mencionado convento se localiza en la calle principal de San Juan del Río, por la entrada del camino real (en el hoy cruce de las avenidas Juárez y Zaragoza). Su fachada es de cantera, adornada con tres escudos: La Merced, San Francisco y Santo Domingo. El carácter que acompañó su edificación fue el de brindar auxilio médico para los religiosos que incursionaban en la Sierra Gorda queretana. Actualmente es la sede de la presidencia municipal.
En lo civil y de gobierno, San Juan del Río estaba administrado a través del Juez ordinario de la Jurisdicción (también llamado subdelegado), un teniente provincial del Real Tribunal de la Acordada, y tres tenientes particulares. Además de un gobernador, la república de indios estaba organizada por dos alcaldes, tres alguaciles mayores, tres jueces de sementeras y un escribano real; adicionalmente había varios oficiales y topiles (ministros de vara) y ocho mandones o tableros, uno por cada barrio del pueblo. La cabecera de San Juan del Río desde su fundación conservó la entrada principal cruzando el puente; llama la atención que la traza de la ciudad virreinal se realizó camino adentro, lejos del lecho del río, probablemente para evitar posibles inundaciones en época de lluvias. Este mismo patrón trascendió con el transcurso del tiempo, dando lugar a una concentración de calles y actividades hacia el noreste del casco urbano. Los ocho barrios estaban comunicados entre sí y daban forma a la traza urbana de San Juan del Río; según el documento citado eran los siguientes: San Miguel, San Juan, San Marcos, del Calvario, de la Concepción, de la Santa Cruz, de San Isidro y del Espíritu Santo, también conocido como Ahidó (en otomí, barrio de los Tepetates). La distribución de los ocho barrios de la cabecera de la Jurisdicción ha trascendido en el tiempo, los sanjuanenses han guardado celosamente este legado que se conserva hasta la fecha. En el día 3 de abril de 1847, y en el marco de la guerra entre México y los Estados Unidos de Norteamérica, el gobierno del Estado otorgó a la entonces Villa de San Juan del Río el título de ciudad.
Hacia 1855, la industria y el comercio tuvieron un importante impulso. Entre los establecimientos y empresas más relevantes de la época se contaban: barberías, carpinterías, coheterías, curtidurías, fábricas de cerveza, herrerías, molinos de trigo, pailas de jabón, trapiches de algodón, panaderías, platerías, talleres de pintura, sastrerías, sombrererías, talabarterías, telares de lana y manta, talleres de rebozos, zapaterías y fusterías. En 1863, Don Benito Juárez, en su huida a San Luis Potosí, pernoctó en San Juan del Río y, en 1867, Maximiliano de Habsburgo lanzó en esta ciudad una de sus últimas proclamas, en la cual exhortaba a la población a defender "la Independencia y el orden interior del país". Posteriormente, en el Cerro de las Campanas de la ciudad de Querétaro era fusilado junto a los generales Miramón y Mejía. En la última década del siglo XIX San Juan del Río participó del desarrollo ferroviario al tenderse la vía del Ferrocarril Nacional Mexicano y, años más tarde, al asentarse en esta ciudad la "Casa Redonda" para la reparación de máquinas de vapor. Durante el período 1960-1970, San Juan del Río inició su transformación urbana, económica y social del fuerte impulso dado al proceso industrializador, comercial y de comunicaciones; factores que han colocado actualmente a este municipio como el segundo en importancia en el Estado de Querétaro.
Estado | Querétaro |
Cabecera | San Juan del RÃo |
Población | 241 699 hab. |
Gentilicio | Sanjuanense |
Municipios de Querétaro | |
Superficie | 800 km2 |
Información proporcionada por el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (INAFED) |